Armas Paleolítico Superior


El trabajo a realizar consiste en la exposición, descripción y análisis del armamento empleado a lo largo del Paleolítico Superior, en el momento que el conjunto de la humanidad era cazadora-recolectora. A continuación podremos apreciar toda la evolución del armamento el cual nos indicará innumerables cosas como la evolución de la técnica e industria, además de la mimetización con el nuevo entorno  asentado. Este nuevo entorno que hará modificar, no solo el armamento, sino todas las prácticas del ser humano, llegará con el progresivo aumento de las temperaturas. Esto significará, como podremos ver a continuación, el cambio de la tipología y fisionomía de las armas además de un perfeccionamiento acompañado de adornos significativos. Además, el Paleolítico Superior se subdivide en 4 grandes etapas, es decir, el Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense y Magdaleniense.

Auriñaciense:

El Auriñaciense corresponde a la primera etapa del Paleolítico Superior Inicial, debe su nombre a la cueva de Aurignac, excavada por Lartet en 1860, aunque el nombre de la etapa la designará Henri Breuil  (gran prehistoriador, naturalista, geólogo y arqueólogo) en 1906. Hay que destacar que, pese a ser de gran controversia, puede que en esta etapa residan los restos (son escasos) de los humanos anatómicamente modernos más antiguos de Europa. La mayor parte de los yacimientos encontrados datan al Auriñaciense entre el 32.000 y 28.000 BP a pesar de que sus comienzos datan sobre el 40.000 BP. Su extensión es bastante grande ya que consta la Europa Central, Europa Oriental, Península Itálica y por supuesto la Península Ibérica (tanto la zona mediterránea como la cornisa cantábrica).

La técnica de talla más empleada para reproducir industria es la percusión directa con percutor duro y los núcleos solamente tienen una superficie de percusión. La producción de lascas no desaparece y son frecuentes los núcleos discoides. Los tipos más característicos son la hojita Dufour (pueden ser rectas, curvas o de torsión) y la punta de la Font-Yves (estrechas y delgadas). Salvo 1a posible utilización del cuchillo de Chatelperron como elemento arrojadizo, durante esta fase inicial del Paleolítico Superior aparecen por primera vez objetos apuntados que tienen como finalidad servir de puntas de proyectil, las azagayas. Estas azagayas son muestra del comienzo en esta etapa del tratamiento óseo habiendo una pequeña variedad (tamaño y trabajo): azagayas de base hendida, de base entera y de base biselada (se emplea hueso, asta de ciervo y marfil). 

Fig. 1. Punta de la Font-Yves



Fig. 2. Hojita Dufour
Fig. 3. Cuchilo de Chatelperron












Como podemos ver, pese a lo comentado anteriormente sobre el aumento de temperaturas en el Auriñaciense, las armas están destinadas a la lanza o la propulsión muestra del predominio de la fauna fría. Una vez abandonado el Auriñaciense Arcaico comienza sobre el 34.000 BP el Auriñaciense Antiguo, el cual comprende pequeños cambios en la industria lítica y ósea. En estos momentos encontramos una conjunción entre la búsqueda de láminas gruesas/anchas y la producción de hojitas.

El resto más característico de esta etapa es sin duda la hoja auriñaciense, realizada con diferentes tipos de retoques. También presenta acabados dispares en su extremo (puede encontrarse en algunos ejemplares una escotadura) en forma semicircular, ojival… Pero en lo que se refiere al campo armamentístico sin ninguna duda el resto más característico es una azagaya, la azagaya de base hendida. Esta azagaya, obtenida a partir de un trabajo aserrado es de forma triangular (no confundir con las azagayas de base ahorquillada propias del Magdaleniense). El enmangue empleado en astiles de morfología complementaria es significativo, ya que su posicionamiento es un paso hacia adelante para la consolidación de esta punta ósea.

A partir del 31.000 comenzará el Auriñaciense Evolucionado, el cual significará una continuación de las estructuras de producción lítica y ósea. Esta vez destaca la gran producción de buriles, sobretodo el buril disqué, cuyo objetivo era fabricar azagayas y otros restos de industria ósea y lítica. Respecto al armamento vemos como las azagayas de base hendida son sustituidas progresivamente por las azagayas losángicas, de base más maciza y con una sujeción mucho más firmes y fiables.  Al final del Auriñaciense aparece otro tipo de azagayas características, las azagayas bicónicas (punta doble) las cuales se colocan en un espacio perforado no en un astil. 


Fig. 4. Azagaya de base hendida

Fig. 5. Azagaya Losángica
Fig. 6. Azagaya bicónica













Gravetiense:

Debe su nombre al yacimiento de la Gravette y se extiende desde la Península Ibérica hasta Rusia, es decir, aparece prácticamente en la mayoría del territorio europeo. Es cierto que el Gravetiense se desarrolla en fases templadas (pero cortas), Arcy (30.000 BP) y Kesselt (29.000-27.000 BP) pero su máximo esplendor en todos los sentidos coincidirá en las épocas más rudas y frías. Este periodo acabará sobre el 22.000-21.000 BP.

Uno de sus restos más característicos es, obviamente, la punta de la gravette, constituyendo un elemento de unión entre todas las industrias que confluyeron en la Europa bajo el Gravetiense. Esta punta se caracteriza por tener forma rectilínea, alargada y con pequeños levantamientos abruptos (conseguidos por presión y percusión directa con elementos duros) por los diversos retoques empleados en ella. En el extremo se puede encontrar una punta bastante aguda, algo necesario para configurar un buen enmangue. Su morfología y peso es parecida a las hojas auriñacienses comentadas anteriormente, Dufour y Font-Yves. Estas puntas serán insertadas en el extremo de las jabalinas o astiles, bien de forma individual o doble simétricamente, para asegurar una gran adherencia.

Fig. 7. Punta la gravette


En este periodo también podemos encontrar elementos proyectiles como las flechettes las cuales son realizadas sobre dos bordes que con un gran trabajo eliminan el talón y el bulbo configurando así una buena punta (ambos extremos son apuntados). En Europa occidental podemos encontrar otra punta característica, la punta Font-Robert. Significa el primer intento de crear un elemento de enmangue destacado para la punta del proyectil, además su forma es triangular con retoques abruptos (se ha querido asociar al Solutrense).

Fig. 8. Punta Font-Robert


Respecto a la industria ósea se mantienen las azagayas vistas anteriormente, las bicónicas, pero se generalizan las azagayas de bisel simple. Este tipo de azagayas se configurarían en astiles con astil complementario para completar la sección circular (el fuste ya tiene una base circular o semicircular). Muchos ejemplares cuentan con figuras decorativas las cuales podrían tener un carácter funcional para mayor adherencia a la hora de aplicar pegamentos naturales. Podemos ver una amplia gama de decoraciones en forma geométrica y naturalista que continuarán en las siguientes etapas del Paleolítico Superior. 

Solutrense:

El Solutrense es el tercer periodo del Paleolítico Superior, el cual, se puede dividir en cuatro grandes etapas que abarcan una cronología entre el 22.000 hasta el 17.000 BP. Dichas fases, hacen referencia al Solutrense inferior, medio, superior y final. Una característica clave para incidir en el armamento del periodo, hace referencia a que es un momento de temperaturas muy frías, a causa de la presencia del máximo glaciar (Würm), siendo los animales más cazados por el Homo Sapiens, la fauna fría, destacando principalmente el consumo y caza de los renos. Además, el área de expansión y desarrollo de esta cultura, se sitúa principalmente en Francia, norte de la Península Ibérica y Cataluña.


En primer lugar, vemos el Solutrense inferior (22.000-20.500 BP), fundamentalmente en el sur de Francia, a causa de que en la Península Ibérica solo hay constancia en algunos yacimientos, como es el caso de la Cova de Parpalló y Les Mallaetes, ambas en la Comunidad Valencia. El arma más característica durante este periodo es la lanza, un elemento arrojadizo muy eficaz para la caza, aunque no debemos olvidar que hay una gran variedad o tipologías de puntas, las cuales, se van a ir desarrollando a lo largo de este proceso cultural. Además, gran parte de las puntas, estas constituidas por sílex, al ser un material afilado si es correctamente tratado. Sin embargo, estas puntas también están elaboradas con otros materiales como cuarcita y en algunos casos eran empleados para otras funciones, diferentes a la caza, como por ejemplo, la creación de nuevos útiles. No obstante, en este momento, tenemos que destacar la importancia de las puntas planas, algunas de ellas, adquieren una gran perfección.
Fig. 9. Punta plana

En segundo lugar, apreciamos el Solutrense medio (20.500-19.500BP), donde podemos ver una mayor presencia en yacimientos, debido a que se produce una difusión a otros territorios. Por ello, cabe destacar una expansión por Francia, el norte peninsular (cornisa Cantábrica o País vasco) y también, por la costa mediterránea. Durante este periodo, vemos que se mantienen las puntas nombradas anteriormente, pero en este momento aparece una muy característica, es decir, las hojas de laurel o puntas del solutrense, puntas de muy diversa estructura, por ejemplo, bifaciales o convexas, pero resultan ser muy afiladas y puntiagudas, a causa de su extremada delgadez. La tecnología de la talla del sílex alcanza su máxima perfección. Son puntas perfectas para cazar que tiene su peculiaridad en la base, ya que hay una variedad en su base, pudiendo ser cóncavas, de pedúnculo o incluso, romboidal. Estas diferencias se dan según los retoques que se lleven a cabo.


Fig. 10. Hoja de laurel


En tercer lugar nos adentramos ya en el Solutrense superior, destacando dos dataciones, ya que, desde el 19.000 hasta el 18.000 BP, corresponde la cronología en la zona cantábrica (apreciamos la punta cóncava), pero entre el 18.000 y 17.000 BP, vemos la datación que se aplica a otros territorios de la Península Ibérica (Comunidad Valenciana o Andalucía).A partir de este segundo momento, vemos novedades, como es el caso de las hojas de sauce (alargada y más fina que las hojas de laurel), puntas con muescas (elaboradas con un retoque), facilitando su adhesión a la lanza y las puntas de aleta o pedúnculo (forma triangular y similar a una punta de flecha, la cual, presenta dos retoques en los lados). Estas puntas, favorecieron la forma del lanzamiento, siendo más conciso.





Fig. 11. Punta cóncava
Fig. 12. Hoja de sauce

Fig. 13. Punta de aleta
Fig. 14. Punta de muesca

Finalmente, el último periodo, corresponde al Solutrense final (18.000-17.000 BP), destacando la zona cantábrica y el aumento del uso de la cuarcita. Vemos, como todos los útiles anteriormente nombrados, van perdiendo importancia y por lo tanto, hay una mayor escasez de restos, viendo nuevas formas culturales que ya avecinan el periodo Magdaleniense, que nombraremos a continuación. No obstante, hay que destacar una punta visible en las últimas fases, como es el caso de las Puntas de Serinyadell, con forma ovalada. 

Fig. 15. Punta de Serinyadell

En este periodo, ya aparecen indicios de un elemento armamentístico que alcanzará su máximo desarrollo en el Magdaleniense, que es el caso del propulsor y por ende, hay algún resto, aunque escaso, de azagayas simples, es decir, el proyectil óseo que se colocaba en el propulsor para ser lanzado. Estos propulsores están elaborados mediante hueso o astas de ciervos (es posible que algunos en madera, aunque no se hayan podido conservar). Este invento, resulta realmente eficaz por aumentar el rango de caza, así como la precisión del disparo.

Magdaleniense: 

Este periodo, corresponde a la última cultura que conforma el Paleolítico Superior, extendiéndose desde el 18.000  hasta el 10.000 BP, abriendo paso a un periodo con temperaturas más estables y cálidas, aunque se va intercalando con una serie de etapas frías. No  obstante, durante este periodo, vemos una gran variedad de instrumentos armamentísticos, especialmente, en el terreno óseo. Asimismo, vemos una división por etapas, donde destacamos el magdaleniense antiguo, medio y final.

De nuevo, en esta primera fase, destacamos los primeros indicios del Magdaleniense en la Península Ibérica en la cornisa cantábrica. Lo más característico de este periodo, es la formación de hojas u hojitas de tamaño pequeño y con diversos retoques, dando características muy variadas. No obstante, tenemos que destacar las hojitas de dorso, las cuales, eran implantadas a un proyectil, por ejemplo de madera o hueso, configurando un arma realmente interesante, favoreciendo el impacto contra el animal en cuestión, debido a su punta afilada, apoyada por estas hojitas. A partir de este momento, se constituyen una gran diversidad de bordes de dichas hojitas como las apuntadas o denticuladas.

Fig. 16. Hojas de dorso


Acto seguido, entramos en la segunda etapa, que corresponde al magdaleniense medio, donde las dataciones aproximadas son desde el 15.000 hasta el 13.500 BP, durante este periodo, abarca más territorios de la Península Ibérica, aunque también numerosos espacios europeos. Respecto a la industria lítica, se mantiene la formación de hojitas de dorso, pero la gran innovación la encontramos en el ámbito óseo, como es el caso de la gran variedad de azagayas simples, de base hendida o losángicas. También, vemos  varillas, especialmente convexas, así como el aumento de los propulsores. En este periodo, algunos propulsores estarán decorados, por ejemplo, mediante figuras de animales (caballos, ciervos…).

Fig. 17. Propulsor decorado



  Finalmente, el magdaleniense final, perdurará hasta el 10.000 BP aproximadamente, con la llegada del Holoceno. En este momento, podemos observar una gran plenitud de azagayas, así como un fósil guía característico del magdaleniense, es decir, los arpones óseos o de otros materiales, como el asta de un ciervo. Este elemento, puede presentar una línea de dientes o incluso dos líneas de dientes, éstos últimos pueden ser simétricos o asimétricos. Anteriormente, son visibles los protoarpones, cuyos dientes están muy poco marcados. Normalmente, estos arpones eran fijados a un astil y estaban sujetados por medio de una cuerda, lanzando el arpón con el objetivo de cazar a sus presas, especialmente, se empleó en el ámbito pesquero. No obstante, la industria lítica va a ir avanzando hacia el microlitismo, lo que configurará posteriormente en el Epipaleolitico, las puntas de flecha y con ello, la constitución del arco. Esto es el caso de las flechettes y puntas de muesca.

Fig. 18 y 19. Arpón monoseriado
Fig. 20. Arpón biselado simétrico
Fig. 21. Arpón biselado asimétrico

Como conclusión, podemos destacar que la realización de dicho trabajo sobre las armas en el Paleolítico Superior  a lo largo de todas sus fases culturales (Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense y Magdaleniense)   resulta de un gran interés, debido a que hemos podido apreciar la evolución del ser humano, especialmente, de su ingenio y capacidad mental, generando cada vez tecnologías más complejas y por ende, más efectivas a la hora de cazar como hemos visto a lo largo del trabajo. Asimismo, conforme avanzamos en  el tiempo, posteriormente, se empezarán a ir configurando un mayor número de técnicas o estrategias de caza, con el objetivo de que la caza sea más efectiva y fructífera para los individuos que configuran este periodo histórico, conocido como la Prehistoria. 














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